Es la tercera y última parte de la trilogía que la mítica productora inglesa Hammer dedicó a la novela Karmilla de LeFanu tras Vampire Lovers y Lust for a Vampire, mezclando terror, erotismo y lesbianismo.
Menospreciada por la crítica, nos encontramos ante una cinta bastante aceptable con aspectos brillantes como son la excelente interpretación de Peter Cushing, así como una dirección artística y fotografía oscura, lúgrube y perfecta.
Desgraciadamente la cinta ha pasado a la historia por su erotismo, gracias a la participación de las gemelas Collinson, playmates de la famosa revista Playboy. Con escenas nada del otro mundo, se bastan en mostrar escote y transparencias, así como el momento "álgido", algún que otro pecho.
Está claro que esta sensualidad ocupa gran parte de la pantalla, pero no podemos menospreciar el gran trabajo realizado en la dirección por John Hough con un ritmo bien cuidado y que consigue no aburrirnos en ningún momento.
Como aspecto curioso podemos hablar del título español "Drácula y las mellizas", bastante interesante por el hecho de que son gemelas y no mellizas y en que Drácula no aparece en ningún momento. Sería mucho más apropiado el título de "Las gemelas del mal" (Twins of evil).
Aparecen elementos ya típicos en este tipo de producciones, el "aburrimiento" de la aristocracia que debe buscar otros alicientes en el culto satánico, el asociar drásticamente este culto al sexo y al lesbianismo en particular, la dualidad bien-mal identificado en las gemelas y en el atractivo de lo prohibido (el bueno de la cinta se siente atraído por la gemela "mala" aunque al final se quede con la buena).
Por último volver a destacar el papel de Cushing como Gustav Weil, implacable en su lucha extremista contra el mal, superior a sus sentimientos y dramático. Excelente interpretación que algunos la califican como sobreactuada.
Buen ejemplo de una producción de la Hammer previa a su caída a los infiernos.
PUNTUACIÓN: 6,75
Juanma
Menospreciada por la crítica, nos encontramos ante una cinta bastante aceptable con aspectos brillantes como son la excelente interpretación de Peter Cushing, así como una dirección artística y fotografía oscura, lúgrube y perfecta.
Desgraciadamente la cinta ha pasado a la historia por su erotismo, gracias a la participación de las gemelas Collinson, playmates de la famosa revista Playboy. Con escenas nada del otro mundo, se bastan en mostrar escote y transparencias, así como el momento "álgido", algún que otro pecho.
Está claro que esta sensualidad ocupa gran parte de la pantalla, pero no podemos menospreciar el gran trabajo realizado en la dirección por John Hough con un ritmo bien cuidado y que consigue no aburrirnos en ningún momento.
Como aspecto curioso podemos hablar del título español "Drácula y las mellizas", bastante interesante por el hecho de que son gemelas y no mellizas y en que Drácula no aparece en ningún momento. Sería mucho más apropiado el título de "Las gemelas del mal" (Twins of evil).
Aparecen elementos ya típicos en este tipo de producciones, el "aburrimiento" de la aristocracia que debe buscar otros alicientes en el culto satánico, el asociar drásticamente este culto al sexo y al lesbianismo en particular, la dualidad bien-mal identificado en las gemelas y en el atractivo de lo prohibido (el bueno de la cinta se siente atraído por la gemela "mala" aunque al final se quede con la buena).
Por último volver a destacar el papel de Cushing como Gustav Weil, implacable en su lucha extremista contra el mal, superior a sus sentimientos y dramático. Excelente interpretación que algunos la califican como sobreactuada.
Buen ejemplo de una producción de la Hammer previa a su caída a los infiernos.
PUNTUACIÓN: 6,75
Juanma
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