Pero ... no todo el monte es orégano ... esta secuela de la genial "El cerebro de Frankenstein" no es, ni por asomo, de la misma calidad que su predecesora.
Nuevamente de la mano de Fisher y Cushing, nos adentramos en un sanatorio mental (una auténtica cárcel para locos) en el que es internado el barón, el cual se convierte en el auténtico dominador de la situación, pronto será acompañado por un joven médico apasionado de las investigaciones del barón.
Peter no dispone de la fuerza ni de la personalidad arrebatadora que nos conquistó anteriormente, con una trama simplona y poco atractiva pero con las bondades propias de esta época de la Hammer, es decir, una ambientación exquisita y genuina.
La aportación de la fémina de turno, en este caso protagonizada por Madeline Smith, es vacía y carente de encanto, tanto físico como interpretativo. Faltando uno de los pilares básicos de toda producción de la casa británica.
Para coleccionistas del género.
PUNTUACIÓN: 6
Juanma
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